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¿Por qué aprender a nadar?


Cuando tenemos hijos, empezamos a pensar en un sinfín de actividades que podríamos hacer para pasar el tiempo con ellos y cómo podríamos ayudarles a enfrentar el mundo y ser felices. Dentro de todas las posibilidades que se nos vienen a la cabeza están: el colegio al que van a asistir, si le van a gustar las artes y los deportes, si aprenderá a bailar mejor que nosotros o si podríamos enseñarle a hacer algunas actividades para las que nosotros no somos tan buenos.

Muchos adultos quisiéramos saber cantar, pintar o, tal vez, haber aprendido a montar en bicicleta cuando éramos niños y no queremos que nuestros hijos pasen las dificultades, la pena o, que simplemente, no tengan el miedo que nosotros tenemos a hacerlo. Sin embargo, estas actividades que no aprendimos de pequeños, podremos aprenderlas de grandes, claro, poniendo mucho más esfuerzo y dedicación del que hubiéramos necesitado antes y, aunque todas estas son actividades que, una vez aprendidas sería espectacular poderlas practicar de por vida, hay una, la natación, que puede mejorar nuestra calidad de vida y la de nuestros hijos si se practica de manera recurrente.

Aprender a nadar es un proceso comparable con el de aprender a caminar. Es conocer un medio diferente, al que no estamos acostumbrados y que, muchas veces, le tenemos miedo: El agua, sin embargo, así como cuando un niño aprende a caminar, es importante que empiece a tomar confianza, a conocer el espacio a su alrededor y reconocer los peligros que pueden existir, pero, una vez ha aprendido a ponerse de pie (tomar posición correcta), a dar el primer paso (empezar a desplazarse) y, tras un par de caídas (podrá tomar algo de agua), podrá fácilmente empezar a correr (aprender diferentes técnicas) con total tranquilidad.

A medida que los niños crecen o avanzan en su proceso de aprendizaje, la natación empieza a brindar múltiples beneficios: además de ser un ejercicio muy completo, que puede trabajar fácilmente todos los grupos musculares del cuerpo, también, a nivel de salud, los médicos suelen recomendarla como alternativa para fortalecer el sistema respiratorio, realizar trabajo muscular con menor riesgo de incurrir en lesiones (ya que no tiene el impacto contra el piso que puede tener la carrera o el salto), mejora la circulación de la sangre en todo el cuerpo y, al favorecer la movilidad de todo el cuerpo, fortalece las habilidades motrices y de coordinación.

Pero, los beneficios no terminan ahí. Un nadador habitual, no solo va a ver un cuerpo fortalecido a nivel físico; también notará una mejoría increíble en su autoestima, tendrá una mejor autopercepción, podrá adquirir unos hábitos de vida más saludables, que, además de la práctica, incluyan una buena alimentación y descanso adecuado; si, motivados por la práctica constante del deporte, pero, además, encontrará en cada sesión, por lo menos una nueva meta que alcanzar antes de terminar el día.

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